sábado, 16 de diciembre de 2017

SIEMBRA DE AJOS

   Se acaba la temporada del huerto y ya lo que nos queda es ir “desmantelando” todo, recoger los restos de cultivos, los tutores, los carteles indicadores y todo lo necesario para proceder a acondicionar el terreno de cara a la próxima primavera. Pero antes hemos sembrado unos ajos.
  Tradicionalmente se siembran por San Martín, hacia mediados de noviembre y, aunque nos hemos retrasado un poquito, hasta principios de diciembre, nuestra intención era dejarlos puestos antes de entrar el invierno, como aconseja el refranero popular: "los ajos por Navidad, ni nacidos ni por sembrar", “día que pasa de enero, ajo que pierde el ajero”, en marzo, tres porretas tiene el ajo”.
   En la actualidad el ajo tiene un uso casi exclusivamente culinario y se emplea en recetas de todo tipo, pero es interesante saber que se le reconocen también muchas otras propiedades, como diurético (para ayudar a eliminar líquidos del organismo), expectorante, vasodilatador, antiinflamatorio o antioxidante y actúa como un antibiótico natural que refuerza nuestras defensas frente a enfermedades  causadas por virus o bacterias.
   Muchas de estas propiedades han sido aprovechadas tradicionalmente en medicina popular, por ejemplo, para combatir los dolores reumáticos y articulares e incluso en algunos lugares existía la creencia de que daba buena suerte llevar un diente de ajo en el bolsillo durante las partidas de cartas.
   Además es una planta que puede servir como repelente de insectos y para elaborar preparados que se pueden utilizar como insecticidas naturales en el huerto.
  Los que hemos sembrado son ajos selectos procedentes de Vallelado, localidad segoviana bien conocida precisamente por su producción de ajos de calidad.  
   Los ajos pertenecen a la familia de las liliáceas y, siguiendo la rotación de cultivos prevista, este año cambian de bancal y van donde hemos tenido las solanáceas, en concreto las patatas. Se han encargado de la siembra los alumnos de primero y tercero de primaria. El procedimiento, sencillo: en el terreno, acondicionado ya desde unos días antes, se han preparado unos hoyitos de 7 u 8 cm de profundidad, con unos 15 o 20 cm de separación entre ellos y en cada uno hemos introducido un diente de ajo. Es importante elegir los mejores dientes de cada cabeza, que son los de fuera, y colocarlos con el extremo puntiagudo hacia arriba para facilitar el brote. Finalmente se tapan los hoyos y… ¡A esperar!
   También hemos aprovechado para ver algo de lo poco que nos queda en el huerto, como alguna cebolla tardía y raquítica, unos pocos puerros, un par de lombardas, rabanitos, los últimos guisantes y poco más. 



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