miércoles, 20 de marzo de 2019

EL FRESNO


  Con esta entrada queremos inaugurar una sección dedicada al conocimiento de la vegetación y las plantas más comunes que podemos encontrar en el término municipal de San Cristóbal de Segovia. Y lo hacemos con el que, sin duda, es el árbol más representativo de nuestra localidad: el fresno.





  Pertenece a la familia botánica de las oleáceas, al igual que el olivo y otras especies que a primera vista se parecen poco, como aligustres y lilos, arbustos muy empleados en jardinería.

 Su nombre científico es Fraxinus angustifolia, que significa “fresno de hoja estrecha.”
Es un árbol de tamaño medio cuyo tronco se resquebraja formando un retículo muy característico. Las hojas son caducas y compuestas, formadas por entre 5 y 13 hojuelas lanceoladas, puntiagudas y con el borde aserrado.





   Las ramas presentan unas yemas pardas que a finales del invierno se abren dando paso a las flores, que son precoces y poco vistosas, puesto que carecen de pétalos y sépalos. Aparecen agrupadas en ramilletes, en los que destacan las anteras rojizas que se pueden ver ya en el mes de febrero. A finales del verano se han transformado en ramilletes de frutos, que tienen forma de lengüeta, con un ala que facilita su diseminación por el viento.






   Es un árbol que vive principalmente en las orillas de ríos y arroyos y en prados con suelo profundo y húmedo. En la provincia de Segovia existen excelentes fresnedas. En algunos casos las encontramos adehesadas, con pies algo separados entre sí  y a veces muy gruesos: son los denominados sotos, entre los que destacan los de Revenga, Añe, Madrona y otros. Pero en la base de la sierra es más frecuente ver los fresnos junto a las cercas de piedra que delimitan los prados, formando auténticos setos arbóreos y dando lugar al paisaje en malla tan característico de muchas localidades segovianas, como Navafría, Gallegos, Matabuena, o Arcones  y que también podemos apreciar en muchos prados de San Cristóbal.






  La presencia de los fresnos en estos prados favorece el desarrollo de pastizales muy productivos, al bombear gran cantidad de nutrientes desde las capas profundas del suelo.

De manera tradicional se ha usado el fresno como planta forrajera. De ello son testigo esas dehesas con fresnos desmochados en “cabeza de gato”, con la parte superior del tronco ensanchada debido a la poda de las ramas. Se trata de cortarlas cada año o cada varios años y dárselas al ganado, con las hojas ya algo secas, como alimentación complementaria cuando comienzan a escasear los pastos del verano.





  Las varas cortadas se empleaban tradicionalmente para varear la lana de los antiguos colchones o para arrear el ganado, así como para fabricar mangos de herramientas.

La madera del fresno, de gran calidad, era muy apreciada por los carreteros para hacer con ella los radios y los cubos de las ruedas.




   Como curiosidad, mencionaremos el uso “mágico” de las varas de San Blas, que son ramas de fresno que a veces crecen deformes, aplanadas y curvadas. En algunos pueblos se cortaban y bendecían y luego se colocaban en las puertas, portales y patios de las casas, para propiciar las buenas cosechas y la salud del ganado.





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