Con
esta entrada queremos inaugurar una sección dedicada al conocimiento de la
vegetación y las plantas más comunes que podemos encontrar en el término
municipal de San Cristóbal de Segovia. Y lo hacemos con el que, sin duda, es el
árbol más representativo de nuestra localidad: el fresno.
Pertenece
a la familia botánica de las oleáceas, al igual que el olivo y otras especies
que a primera vista se parecen poco, como aligustres y lilos, arbustos muy
empleados en jardinería.
Su nombre científico es Fraxinus angustifolia, que significa “fresno de hoja estrecha.”
Es
un árbol de tamaño medio cuyo tronco se resquebraja formando un retículo muy
característico. Las hojas son caducas y compuestas, formadas por entre 5 y 13
hojuelas lanceoladas, puntiagudas y con el borde aserrado.
Es
un árbol que vive principalmente en las orillas de ríos y arroyos y en prados
con suelo profundo y húmedo. En la provincia de Segovia existen excelentes
fresnedas. En algunos casos las encontramos adehesadas, con pies algo separados
entre sí y a veces muy gruesos: son los
denominados sotos, entre los que destacan los de Revenga, Añe, Madrona y otros.
Pero en la base de la sierra es más frecuente ver los fresnos junto a las
cercas de piedra que delimitan los prados, formando auténticos setos arbóreos y
dando lugar al paisaje en malla tan característico de muchas localidades
segovianas, como Navafría, Gallegos, Matabuena, o Arcones y que también podemos apreciar en muchos
prados de San Cristóbal.
La
presencia de los fresnos en estos prados favorece el desarrollo de pastizales
muy productivos, al bombear gran cantidad de nutrientes desde las capas
profundas del suelo.
De
manera tradicional se ha usado el fresno como planta forrajera. De ello son
testigo esas dehesas con fresnos desmochados en “cabeza de gato”, con la parte
superior del tronco ensanchada debido a la poda de las ramas. Se trata de
cortarlas cada año o cada varios años y dárselas al ganado, con las hojas ya
algo secas, como alimentación complementaria cuando comienzan a escasear los
pastos del verano.
Las
varas cortadas se empleaban tradicionalmente para varear la lana de los
antiguos colchones o para arrear el ganado, así como para fabricar mangos de
herramientas.
La
madera del fresno, de gran calidad, era muy apreciada por los carreteros para
hacer con ella los radios y los cubos de las ruedas.
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