El huerto constituye un auténtico
ecosistema, un espacio con unas determinadas condiciones en lo que se refiere
al suelo, al agua, el sol y la temperatura, poblado por una multitud de
seres vivos, plantas, insectos, aves, personas, etcétera, entre los que se
establecen muchas y diversas relaciones. Desde el punto de vista educativo una
de las grandes aportaciones del huerto escolar es que nos facilita la observación
y estudio de estas relaciones en contacto directo con el medio y con ello
contribuye a potenciar la comprensión de la biodiversidad y los procesos
naturales del entorno.
Queremos inaugurar con esta entrada
una serie dedicada al estudio de la fauna habitual en el huerto, con la
presentación de algunos de sus “habitantes”. Los hay que son de gran ayuda,
contribuyendo a la polinización de las plantas o a la regeneración y
fertilización del suelo. Otros perjudican el desarrollo normal de algunos
cultivos. Su conocimiento nos puede servir, además, para impulsar medidas que
favorezcan a los cultivos y para establecer unas
pautas de tratamiento ecológico de las plagas que se presenten.
Entre los perjudiciales, en nuestro
huerto hemos observado a la “chinche de la col” (Eurydema ventralis). No tiene nada que ver con la temida chinche de
las camas (Cimex lecturalis). Se
alimenta de savia de plantas de la familia de las crucíferas (repollo, lombarda,
brócoli, coliflor…) y deja su huella en forma de picaduras en las hojas. Estas chinches pasan por una fase juvenil, en
la que se denominan ninfas y aún carecen de alas. Las ninfas mudan hasta 5
veces antes de alcanzar la madurez sexual. Los ejemplares adultos puede ser muy
variables de color. En el huerto las hemos detectado en un número escaso. En las
imágenes podemos ver una ninfa, de color amarillo y negro, y una pareja adulta
con tonos rojos y negros.
Más
conocido es el escarabajo de la
patata (Leptinotarsa
decemlineata), un coleóptero ampliamente distribuido por el
mundo, fácil de ver en los cultivos de patatas, en los que actúa como una
plaga. Son amarillentos, con rayas longitudinales oscuras. Las larvas, muy
voraces, son rojizas con dos líneas de puntos oscuros a cada lado. Afecta
también a las berenjenas. Se alimentan de las hojas y pueden llegar a acabar
con las plantas. Hasta ahora no nos ha impedido recoger nuestra cosecha de
patatas.
Otros pequeños
coleópteros que pueden llegar a constituir una plaga son los gorgojos, de los
que existen muchas especies distribuidas por todo el mundo. Una de estas
especies es el “barrenador de los guisantes” (Bruchus pisorum). Los adultos ponen los huevos sobre las vainas,
cuando ya están casi maduras. De ellos salen las larvas, que penetran en el
interior y excavan una galería en la semilla. Allí pasan por el estadio de pupa, que es una forma de transición entre la
larva y el gorgojo adulto que, casi un mes después, sale al exterior. Son
difíciles de detectar antes de que aparezcan los adultos y los daños afectan
sobre todo a la conservación de las semillas. Es necesario secarlas muy bien y
guardarlas en el congelador durante una semana para eliminar a los posibles
huéspedes que queden en ellas. Este año, además, aprendiendo de la experiencia,
procuraremos adelantar su cultivo para que estén a punto antes de irnos de
vacaciones.
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